miércoles, 27 de abril de 2011

Más vivo que nunca: Carta al Flaco

Por Martín Burgos


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Seis meses Flaco, seis meses. En algunos momentos significa tanto, pero en otros tan poco. Porque en todos y cada uno de los días se te extraña un poco. Pero a su vez parece que hubiera sido ayer que te fuiste. No, en realidad no te fuiste. Que pasaste a la inmortalidad. Vos seguís estando siempre acá presente entre nosotros. Como cantamos siempre “Néstor vive en los pibes que están cobrando la Asignación”. En cada obra que es para todos los argentinos y no para algunos pocos, para el verdadero pueblo del que nunca te olvidaste. Seguís estando ahí, sentado al lado de Cristina en cada acto, en cada momento. Y sobre todo estás en cada discusión, en cada uno de los miles, millones de pibes a los que nos abriste la cabeza. A esa nueva juventud maravillosa a la que le pediste simplemente que debatiera, que discutiera, que hiciera política.



Seis meses. Qué día aquel. Qué día de mierda. Me acuerdo como si hubiera sido hace un rato. Ese 27 todos estábamos expectantes con el censo. Nos interesaba saber cuántos éramos, cómo vivíamos recibir al censista como si fuera parte de la familia al menos media hora. Pero también queríamos demostrarle a los que hablan por hablar, a los que meten palos en la rueda porque están nerviosos que el censo era un acto cívico que no iba a transformarse en una guerra civil, con delincuencia descontrolada. Y ahí, de golpe, leía lo tuyo. En Twitter, ni me acuerdo quien decía “en un diario de Santa Cruz dicen que murió Néstor”. No lo creía, no podía ser. Prendí la tele, la radio, abrí no se cuántas ventanas para leerme todos los diarios y ver si era verdad o me había quedado dormido y soñaba incoherencias. Pero no. De golpe todos hablaban de lo mismo, en los diarios empezaban a publicarlo, la televisión ya lo afirmaba. Era verdad.



Creo que jamás me sentí como ese día. Tenía una mezcla de sensaciones que jamás había vivido. Me había quedado duro contra el monitor, no lo podía creer. Me refregaba los ojos y seguía sin creerlo. Y ahí me di cuenta que en mi cabeza hubo un cambio. No sé ni cuándo empezó, pero había cambiado. ¿Sabés cuando me di cuenta? Cuando pasaba mi vieja, le quería decir y no me salían las palabras. Me quebraba. Arrancaba a decírselo y de golpe se me llenaban de lágrimas los ojos, se me cerraba la garganta y no podía hablar. Lo que fue pasando después lo sabés, lo viste. Vos lograste que millones de personas te vayan a saludar. A despedir tu cuerpo y a darle la bienvenida a la leyenda.



Todos los que estuvimos en la Plaza, un ratito al menos, sentimos lo que fuiste. Por eso hubo tantos que se quedaron horas y horas esperando para estar unos segundos, saludar a Cristina y listo. Era tan poco y a la vez era tanto. Ahí estaba ella. Qué mujer nos dejaste. Qué pedazo de dirigente. Ella estuvo ahí firme, como en toda su vida, sin dejarte un minuto, mientras otros demostraban la total falta de respeto y el oportunismo nefasto hablando de una necesidad de abrir el diálogo, hablaban de poskirchnerismo. Cuánto le erraron. Cuántas palabras al pedo se escribieron ese día, el siguiente, el otro. Hoy también, pero es un tema aparte, porque hoy dicen que Cristina mejoró porque es viuda. Como si ella o nosotros te hubiéramos matado para que subiera en las encuestas. Cuánto daríamos porque estés acá de nuevo con nosotros. Que vos compartas todas las cosas importantes que están pasando, las que está haciendo ella. Cada vez que se inaugura otra obra. Cada vez que un chico recibe una netbook para estudiar. Cada vez que un juez condena a un genocida. El día que anunció que la Asignación Universal se extendía a embarazadas. Siempre estabas vos al lado de ella, haciendo alguna gracia, tratando de meter algún chiste, como desde el 25 de mayo del 2003, cuando entraste con todas tus convicciones, no las dejaste afuera, y te pusiste a joder con el bastón.



Creo que ya me extendí bastante. No te voy a joder más. Sólo quería saludarte, porque hace seis meses pasó todo eso. Sigo pensando que seis meses es tanto y a la vez tan poco. Sigo acordándome de ese día y se me sigue cayendo una lágrima. Porque te fuiste vos, el que nos cambió, el que agarró el país tirado en un costado y abandonado, para ponerlo de pie, refaccionarlo y hacerlo andar de nuevo, en el sentido contrario al que nos trajeron por años y años sin darse cuenta que lo que había adelante era una pared contra la que nos hicimos mierda. No cabe la menor duda que vos fuiste el mejor de tu generación, de nuestra generación. Por eso te extrañamos. Pero acá estamos firmes, para poner el pecho y bancarte todo lo que sea necesario. Para profundizar el modelo que vos empezaste. Nosotros somos los soldados de Cristina, los que la vamos a defender igual que vos. Flaco, gracias por tanto. Me imagino que seguirás de reunión en reunión con Perón, con Eva, con el Tío. Y cómo no con las víctimas de los milicos, los que ahora descansan en paz porque sus asesinos están en cana y sus familias vuelven a creer en la justicia. Néstor, nunca te vamos a olvidar.


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1 comentario:

  1. Martín, me hiciste volver a ese 27, se me llenaron nuevamente los ojos de lágrimas, gracias a vos y a ÉL también.

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